La denominada, primavera árabe que se gestó en el año 2011 y que como en un juego de naipes, uno a uno, llevó a la caída de cuatro gobernantes en cuatro países distintos: Túnez, Egipto, Libia y Yemen, son el ejemplo más reciente del poder de las masas mediante protestas ciudadanas, establecidas como derecho en nuestra constitución política y expresadas en marchas, plantones, paros y en general, con movimientos pacíficos de multitudinarias expresiones populares en contra de sus malos gobernantes e incluso de largas e infames dictaduras.
Una característica de estas protestas fue, según varios medios de comunicación, la multitudinaria asistencia como ya se ha dicho. En algunas como en Egipto, se habla de más de cuatro millones de personas, con lo cual, podemos asegurar que, en Colombia, donde, según últimos datos, contamos con algo más de 51 millones de habitantes, bien podríamos aspirar a que logremos convocar a un 12 por ciento de la nación, o sea, seis millones ciento veinte mil personas que salgamos a las calles el 21 de abril, día en que nos han convocado algunos lideres sociales y políticos, para protestar contra el gobierno actual y sus acciones de todo tipo que están generando caos e inestabilidad, encareciendo el costo de vida, poniendo en riesgo los servicios de la salud y la seguridad social, incrementando el desempleo, entregando la ciudadanía al crimen con las consecuencias por la tasa de inseguridad que es tan evidente en todo el país y muchas situaciones más de crisis, ya conocidas por todos.
Recordemos que en la manifestación en contra de los grupos armados denominada “UN MILLÓN DE VOCES CONTRA LAS FARC” en el año 2008, se habla de entre 6 y 10 millones de participantes, en Colombia y en varios países más, en una expresión cívica sin precedentes y que infortunadamente no fue capitalizada políticamente en favor de la gente de bien para acabar de una vez por todas con el flagelo de los grupos al margen de la ley y más aún; ésta expresión del constituyente primario, fue traicionada como ya es sabido, por el gobierno de Juan Manuel Santos quien sucedió al Presidente Álvaro Uribe Vélez, éste último, todos lo sabemos -algunos no lo aceptan- fue quien despertó la verdadera esperanza de paz para nuestro sufrido pueblo colombiano y llevó al país de nuevo al desarrollo y quien hoy, está siendo injustamente procesado por la Fiscalía General, aún en contra de lo evidente, en una prueba fehaciente de que la guerra jurídica que comenzó hace muchas décadas en contra de los militares, hoy cobija a lideres políticos, sociales y empresarios de todo el país, que se atrevan a forma parte activa de la oposición. Ya no tenemos nada más que perder, ya están en absoluto riesgo para nosotros, lo más sagrado para cada uno y para nuestras familias: la libertad individual y colectiva y hasta la propia vida en esta guerra sin cuartel que ha sido declarada por los enemigos de la humanidad que, por su codicia sin límites, apoyan al crimen, contra el pueblo colombiano con sus gentes de bien, aún en contra de la propia constitución y de la ley.
Nos vemos el 21, en las calles de Colombia y de cualquier país en donde haya compatriotas colombianos.
CODICIA ES EL NOMBRE DEL JUEGO.
(*) Jaime Medina García
Teniente coronel de Artillería
Veterano del Ejercito Nacional de la República de Colombia