
Pero teniendo en cuenta la intención de las palabras, pretendo entender que lo que quiso decir el Papa al Clero, es que NO se reciban homosexuales en los seminarios, pues advertía textualmente que hay mucha “mariconeria” y esto debe ser cierto, pues el fenómeno se está dando progresivamente y la iglesia debe ser muy cuidadosa, evitarlo, pues los seminarios son para la formación doctrinaria de los futuros sacerdotes que confiesan y consagran, por lo tanto deben estar libres de esas pasiones, que si bien es cierto, son humanas, un sacerdote debe estar en gracia de Dios, alejado de esos gustos y practicas que corrompen el sentido santo de la vocación.
NO se trata de la discusión sobre el voto del celibato, sino de practicas contrarias a la ley natural, que no son aceptadas por la iglesia en su doctrina, como es el homosexualismo, a lo que el mismo Papa en su respuesta del avión, de “Quien soy yo para juzgarlos”, se refería a aquellas personas con dicha orientación, mas no indica su aceptación.
Muchas personas dentro de los cuales me incluyo, no estamos de acuerdo con la homosexualidad, pero no significa que juzguemos a quienes son así. He tenido y tengo amigos y amigas en esa orientación, les guardo afecto, amistad y respeto, sin que acepte dicha condición, porque al igual que el Papa, quien soy yo para juzgarlos.
Históricamente estamos acostumbrados a un lenguaje muy categórico de los Papas y prelados, así mismo de los sacerdotes, pero el mundo esta cambiando y en ello las expresiones, anteriormente en los medios de comunicación se tenia como código ético del lenguaje, no utilizar palabras duras ni vulgares, pero hoy es cotidiano, se ha roto ese tabú y lamentablemente corre en la boca de la sociedad. Las redes sociales se han encargado de proliferarlo y ahora hace parte del vocabulario común.
No pretendo con esto disculpar al Papa, pues quien soy yo para juzgarlo, pero si entiendo la claridad de su recomendación a los Obispos y la comparto, pues la iglesia debe estar apartada de esas practicas por el bien de la fe católica.
Por: Diego Arango Osorio
arangodiego@hotmailcom