
Ante los diversos aportes conceptuales que recibí sobre el artículo “Tomar distancia de las “personas tóxicas y contaminantes”, consideré conveniente escribir una segunda parte, debido a que los conceptos comentados fueron muy importantes y que pueden ampliar la reflexión.
Para comenzar, cito la definición que compartí en el artículo pasado sobre lo que se podría catalogar como una persona tóxica: “esta expresión se usa para describir a individuos cuyas acciones, comportamientos o actitudes tienen un impacto negativo en la salud emocional, espiritual y mental de quienes los rodean, no tiene un origen específico, aunque cada vez recobra mayor importancia su significado a tal punto que, se ha empezado a hacer uso de ella en la psicología, la sociología y en general en lo que se denomina la cultura del bienestar” (Para consultar el artículo anterior, ingresa a: https://beckrtve.com/index.php/columnistas/tomar-distancia-de-las-personas-toxicas-y- contaminantes).
Cabe anotar que el escenario desde el cual estoy tratando este tema es exclusivamente, el laboral. Si hiciéramos referencia a otros ambientes posibles, como, por ejemplo, la familia o la relación de pareja, requeriría unas coordenadas diferentes de análisis.
Esta segunda parte la he titulado “Ante las personas tóxicas ¿Alejarse o no involucrarse?”, porque uno de los valiosos aportes acotaba que se podría optar por no involucrarse a cambio de alejarse. Particularmente considero que el concepto “no involucrarse” es pertinente y sin duda alguna, se podría aplicar como un ejercicio sano de convivencia laboral, sin descartar el de tomar distancia en los casos que hagan insoportable el trato cotidiano con determinadas personas de una emprensa.
El “no involucrarse”, significaría no hacerle juego a las actitudes tóxicas y contaminantes de las personas con quienes se trabaja y esto evitaría conflictos y desavenencias. En algunos casos, se podría ayudar a las personas a salir de esta situación, pero no es lo más conveniente, porque quien debe intervenir de manera directa en situaciones de conflicto laboral son las empresas, a través de los diferentes mecanismos legales dispuestos para velar por el buen ambiente laboral y la defensa de la dignidad de las personas, toda vez que una actitud tóxica se podría configurar en acoso u hostigamiento laboral. Un ejemplo es el de la misión de los famosos “Comités de convivencia laboral” amparados por la Ley 1010 del 2006.
Por otra parte, debo acotar que quien hace el valioso aporte de “no involucrarse” es un terapeuta, quien en dialogo con un filósofo y comunicador, ayudaron a enriquecer el tema y sí que lo lograron. Sin duda alguna que la misión de los profesionales es de carácter humanista y percibo que está en juego una visión solidaria ante los retos que surgen de las adversidades humanas, ante los cuales no debemos permanecer indiferentes.
El siguiente proverbio anónimo podría complementar la reflexión sobre “no involucrarse: “No pierdas tu paz interior tratando de entender a personas tóxicas. A veces, la mejor manera de ganar es no participar en el juego”. Y para darle un toque teológico cristiano, acudo a lo que el Papa Francisco aconseja ante estos casos: “Acudir a la importancia de la misericordia, la comprensión y la búsqueda de la reconciliación incluso con aquellos que pueden ser difíciles o desafiantes”.
Finalmente, considero que “no involucrarse” con personas tóxicas, no solo beneficiaría la vida personal, sino también el ambiente en el que desarrollamos la vida cotidiana. Al mantener cierta “distancia saludable” de comportamientos dañinos, se contribuye a crear escenarios donde puede ponerse en práctica la tolerancia, la colaboración y el bienestar colectivo, situación que favorecería un efecto positivo en la salud emocional de los que forman parte de una empresa.
Por Luis Daniel Londoño Silva
Magíster en violencia doméstica y de Género, comunicador y teólogo católico